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Jizô: protector de los niños japoneses y la maternidad

Religiones, mitología, rituales, kami (神かみ), budas, demonios y fantasmas. Todo se entremezcla en las creencias de una sociedad, la japonesa, donde el verbo “creer” ha dejado de tener su sentido más amplio

Simplemente todo fluye, nada es excluyente y el devoto de una dios budista puede serlo, al mismo tiempo, de otro sintoísta o creer en seres mitológicos como el tengu (天狗 てんぐ) y el kappa (河童 かっぱ). Entre todo este “batiburrillo”, el folclore del país asiático tiene en Jizô, protector de los niños y de la maternidad, a uno de las divinidades más veneradas. De él os hablaré en estas líneas.

Conociendo un poco más a Jizô

Jizô es una de las divinidades del panteón budista más queridas y veneradas por los japoneses junto a Kannon, Diosa de la Misericordia y Benzaiten, Patrona de las bellas artes, el mar y una de los siete dioses de la buena suerte. Normalmente, tanto en Oriente como en Occidente, los dioses que gozan de mayor popularidad entre sus fervientes devotos son aquellos presentados con cualidades antropomórficas, humanas. Pese a tener origen budista, es un dios foráneo, los japoneses se han hecho suya la figura de Jizô. En innumerables ocasiones encarna aquellas mujeres que anhelaron proyectar en el «más allá» la imagen de una deidad que fuera, a la vez, padre y madre de las almas de sus bebés.

Dios japonés Jizô en una pradera

Según un estudio, en Jizô se encuentran las cualidades ideales de la mujer del país asiático: infinita compasión (principal característica de los Bodhisattva o héroes de la compasión en el Budismo Mahayana), el amor hacia sus seres queridos o el sentido de la belleza. Se dice que Jizô posee, a su vez, la sabiduría del Buda primigenio o Siddhartha Gautama. La única diferencia con éste es que el dios japonés decidió prescindir de la iluminación o nirvana para convertirse en el compañero de juegos y protector de los niños del archipiélago nipón.

Estatuas de Jizo

En Japón es común encontrarse en bosques o praderas estatuas del dios Jizô

Un dios siempre sonriente

Regordete y bajito, Jizô aparece siempre sonriendo. Enemigo de los malos espíritus es el único capaz de consolar a una madre cuyo hijo falleció. Cuando una mujer japonesa ha enterrado a su hijo, el cauce de los ríos conduce sus aguas hasta el bondadoso Jizô. Es muy común que las madres en situaciones tan difíciles escriban oraciones y las dejen en las pilas de los ríos para que la corriente las arrastre hasta el venerado. Él responderá a las plegarias con una gran sonrisa.

Bonus track: el cauce seco del río de las almas

A continuación presento una historia con Jizô como protagonista:

Algunos dicen que el cauce seco del río de las almas o Sai-no-Kawara discurre bajo tierra. Se trata del lugar al que van a parar los niños japoneses al morir. Allí les espera el sonriente Jizô para jugar con ellos construyendo pequeñas torres de piedra que marcan el cauce del río. Del mismo modo, las madres de los pequeños hacen lo propio en el plano terrenal construyendo torres alrededor de las estatuas e imágenes de Jizô. Construcciones que llegan al dios en forma de oraciones. Estas torres se convertirán en protección frente a los oni ( おに) o espíritus malignos que pretendan acecharlas, a ellas o a sus fallecidos retoños.

En ocasiones los oni consiguen derribar las torres levantadas por los niños a lo largo del cauce del río de las almas. Cuando esto sucede, la risa de los infantes queda silenciada corriendo en busca de la protección de Jizô quien les arropa y tranquiliza. Éste usa su sagrado báculo para ahuyentar a los oni y oculta bajo sus larga mangas a los asustadizos niños.

A lo largo del río Sai-no-Kawara el paisaje es sombrío y gris, de oscuras colinas y tenebrosos valles. Los niños llevan atuendos de un blanco impoluto y cuando los malos espíritus les asustan Jizô se encarga de secarles las lágrimas y acompañarles a su zona de juegos.