
Juegos que les encantan a los japoneses (y comparten con nosotros)
Cultura -

Tener un momento de ocio es tan bien apreciado por los japoneses como por cualquiera de nosotros en el mundo. Entre tantas opciones para entretenernos los juegos son de los más apreciados, pues sin importar los contrastes todos tienen en común hacernos pasar un buen rato.
Los señores de la estrategia
Aun cuando Japón se ha caracterizado por su sociedad y costumbres homogéneas, este país nunca fue ajeno a la influencia de mar afuera, recibiendo a lo largo de su historia diversos juegos que con el tiempo han ido adaptando a sus preferencias. Esto lo vemos en el Sugoroku parecido al Backgammon, o al Hanafuda adaptado de los juegos de naipes que importaron los portugueses, pero es el Shōgi el que mejor calza en esta definición. Como explican desde la plataforma de National Geographic, al igual que el ajedrez, el Shōgi parte de un ancestro común, el Chaturanga indio juego de estrategia multijugador en el que los participantes mueven una serie de piezas por turnos a través de las casillas de un tablero para capturar al rey oponente.
El Shōgi se diferencia de su contraparte occidental al usar un tablero de 9×9, 20 fichas a modo de piezas por jugador, cada una marcada con el ideograma que les identifica como peón, lancero y caballo, general y rey. Además del aparato estético, existen diferencias en el tipo de movimientos como no poder retroceder, y un sistema de promoción que amplía los movimientos de las mismas. Así mismo, las piezas capturadas pueden reingresar a la partida, otorgándole al juego mayor complejidad.
Como todo en Japón, la etiqueta es también parte fundamental del juego. Situaciones que restan fluidez al juego como el jaque perpetuo, (comunes en el ajedrez) son penalizadas, y se espera de los participantes mantener una actitud respetuosa y movimientos sobrios en todo momento, reflejo del valor que los japoneses dan a los códigos de comportamiento social según cada contexto.
Diversión sin límites

Por otro lado, los juegos de azar, al manejarse en un contexto mucho más relajado se decantan por presentaciones más coloridas y rimbombantes para amenizar a los jugadores. Entre ejemplos tenemos juegos tan sencillos como los dados o más elaborados como el Kabu juego de naipes bastante similar al bacarat donde la peor mano gana, valiéndose de un mazo de naipes ingleses o con las tradicionales Hana Karuta o cartas de las flores, que el gigante Nintendo fabricaba antes de hacer la transición a los videojuegos. Sin embargo, las máquinas de Pachinko son por amplio margen la más popular de todas.
Esta combinación de tragaperras y pinball usan bolitas de metal que iremos disparando para tratar de hacerlas caer en diversos agujeros para desbloquear las bonificaciones y ganar más bolitas, pudiendo verse en las muchas salas de juego de Akihabara a los jugadores más hábiles con pesadas bandejas llenas de ellas. Aunque estas no pueden ser canjeadas por dinero, si podemos hacerlo por premios especiales e incluso vales para usarlos en algunos supermercados y tiendas.
Su popularidad es tal que se desarrollaron máquinas temáticas principalmente de animes como Evangelion, Hokuto no Ken o Persona 4 por mencionar algunos. Aunque las máquinas de juego son casi imposibles de encontrar fuera de Japón el pachinko online aparece en portales como Betway junto a juegos más familiares como las tragaperras, el blackjack y la ruleta, pudiendo jugarlo a través de plataformas móviles o de ordenador. En forma análoga, los títulos de videojuegos también comparten puntos comunes, aun cuando en la práctica pareciera que habláramos de universos distintos.
Los opuestos siempre se atraen
En occidente los videojuegos se caracterizan por contener un grado de realismo que explique o al menos justifique el porqué de las situaciones narrativas, así como las acciones que ejerzamos manteniendo siempre una estructura lineal en su desarrollo. Muy diferente a las producciones japonesas que cuentan con elementos fantásticos cuya explicación difícilmente puede responderse o simplemente no existe, aunado a hilos argumentales incompletos, que obligan a una continua revisión e interpretación del juego.
Estas peculiaridades han hecho que muchos juegos no crucen la frontera hasta muchos años después, como sucedió con Monster Hunter World, la vigesimonovena entrega de una saga con millones de seguidores y que en 2018 aparece por primera vez en occidente para consola y ordenador, un terreno dominado por la saga Ark.
En ambos títulos, deberemos enfrentar a colosales criaturas por lo que deberemos mejorar nuestras habilidades, así como armas y armaduras para vencerles. Mientras que en Ark la acción se centra en sobrevivir a los elementos, los dinosaurios y a otros jugadores para escapar de la isla, en Monster Hunter perseguiremos con ahínco a estas criaturas para luchar y ser más fuertes siendo necesaria la cooperación a fin de progresar en el juego. Todo un contraste entre la exaltación del individuo y la del colectivo, pero que proporcionan un espacio común para los amantes de las batallas épicas.
Los juegos siempre representan ese punto medio donde podemos conectar con la historia y las creencias de quienes les crean y practican, pues sin importar las marcadas diferencias culturales y de lenguaje que tengamos, compartir un momento agradable es algo con lo que siempre podremos identificarnos.