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Shutendôji: el oni japonés más famoso

Dicen que fue el guerrero Minamoto Yorimitsu (948-1021) quien puso fin a la vida del oni japonés más famoso de nombreに) Shutendôji. La historia del conocido como el niño bebedor de sake se popularizó durante el llamado período Muromachi (1333-1573) gracias, en parte, a la aparición de distintas xilografías y literatura donde se le mencionaba.

En busca y captura del oni japonés Shutendôji

Todo empezó a finales del siglo X cuando al parecer se intensificaron los raptos de ancianos y mujeres en Kioto. Poco después de la desaparición de varias nobles de la corte las autoridades consultaron un adivino quien reveló que la culpa de todo la tenían varios oni avistados en el cercano monte Ooe.

La corte imperial no tardó en pedir consejo y ayuda al samurái Minamoto Yorimitsu.  Junto a sus más fieles vasallos, los apodados shitennô o cuatro reyes celestiales debido a su extraordinaria fuerza, Minamoto se encaminó en busca y captura del malvado oni.

Templo Sumiyoshi cercano a Kioto

Templo Sumiyoshi cercano a la antigua capital del país, Kioto

La tortuosa ascensión al monte Ooe

La ascensión a la montaña empezó con una visita de los intrépidos a los complejos religiosos de Sumiyoshi, Kumano y Hachiman en busca de protección divina. Se adentraron en el monte pero las inclemencias meteorológicas y la espesura de sus parajes les impedía avanzar y mucho menos divisar la guarida de los oni.

Por suerte, por el camino se toparon con varios personajes que les ayudarían en su cometido. Un viejo, un joven y un asceta les hicieron de guías proporcionándoles distintos objetos: sake mezclado con veneno para debilitar a los demonios y un casco que impedía a los oni leer sus mentes. Además, los tres extraños recomendaron a Minamoto y los suyos cambiar sus armaduras por el atuendo de los ascetas.

Poco después los samurái se percataron que esos tres personajes eran mensajeros de los dioses de los templos visitados

Los samurái en la guarida de los oni 

Cerca de la guarida nuestros intrépidos guerreros se toparon con un grupo de mujeres y viejos lavando los ropajes de los oni. Se trataba de algunos de los habitantes secuestrado y por ellos conocieron el nombre del jefe de los demonios: Shutendôji. Decían que mientras no cometía atrocidades Shutendôji aparentaba un niño.

La guarida de los oni resultó ser un majestuoso palacio. En sus calabozos Minamoto y los suyos encontraron prisioneras a muchas jóvenes y en uno de los almacenes se toparon con distintos cadáveres a modo de alimento para los oni.

Finalmente llegaron a un salón donde Shutendôji y otros demonios se estaban dando un buen banquete a base de carne humana. Para no levantar sospecha los samurái se unieron al festín cantando, bailando e incluso “degustando” extremidades humanas.

La cabeza del oni Shutendôji

Aprovechando el bullicio Minamoto y los shitennô lo tuvieron fácil para envenenar a la versión humana de Shutendôji con el sake. No tardó en caer dormido y transformarse en oni, momento ideal para cortarle la cabeza. Para sorpresa de todos la cabeza de Shutendôji, ya separada del cuerpo, empezó a atacarles junto a otros demonios que se habían percatado de la mutilación de su cabecilla.

El casco entregado por los mensajeros celestiales protegió a Minamoto Yorimitsu de las mordeduras de la cabeza de Shutendôji salvándole la vida. Yorimitsu puso fin a la contienda sacándole los ojos al feroz oni con su espada.

Lo siguiente fue quemar los cuerpos sin vida de los oni exceptuando la cabeza de Shutendôji que se llevaron a Kioto para exhibirla en un desfile sin precedentes. Junto a los héroes marchaban multitud de jóvenes damas que pudieron, al fin, reencontrarse con sus familiares queridos.

La leyenda concluye con Minamoto Yorimitsu visitando el santuario de Hachiman para agradecer a los dioses su victoria frente a los oni encabezados por Shutendôji.