Katakana

La lengua japonesa nace, según muchos expertos, de los dialectos Ryukyuenses hablados en las islas meridionales de Okinawa, al sur de Japón. Al mismo tiempo, la influencia de lenguas como el chino o el coreano influyeron, también, a la hora de conformar el japonés actual a partir del siglo IV d.C. El katakana es uno de los silabarios que componen el idioma del país asiático.

Características del alfabeto katakana

El actual idioma del archipiélago asiático lo conforman el hiragana (平仮名  ひらがな) , el  katakana y los ideogramas conocidos como kanji (漢字 かんじ).   Más adelante, durante la época moderna y contemporánea vería luz el romaji (ローマ字  ろーまじ)  como una transcripción del japonés en grafías del alfabeto romano.

Aquello que podemos aplicar con el hiragana podríamos extenderlo, también, con el katakana. Se trata de un silabario que nace con el objetivo de transcribir al japonés palabras de procedencia extranjera, sobre todo vocablos ingleses. Es el caso de topónimos, nombres propios etc. El katakana fue un silabario muy usado por los monjes budistas según muchos documentos de la época y de distintos testimonios. Se utilizó para que las enseñanzas de Budha penetrasen y se expandieran a lo largo y ancho del país asiático.

Consta, al igual que el hiragana, de 46 caracteres para transcribir al japonés palabras como, por ejemplo, «coffee». En este caso se escribiría «コーヒー» pronunciado «coohee» en japonés.

La transcripción de las onomatopeyas tan características de los tomos manga se hace mediante el silabario katakana. Golpes, ruidos y sonidos que se escapan a la pronunciación se escriben utilizando este alfabeto japonés. En las escuelas del país asiático los niños aprenden los sonidos que hacen los animales usando el alfabeto katakana.

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