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Conociendo a Raitaro: hijo del Dios trueno

Hace un tiempo os hablé de Raijin. Se trata de una de las muchas deidades del panteón sintoísta (religión autóctona del país) que “gobierna” algún elemento de la propia naturaleza. En este caso no voy a hablar de él si no de su hijo Raitaro, hijo del Dios trueno.

Una historia de Raitaro, hijo del Dios trueno

Hace ya mucho mucho tiempo, cerca del monte Hazukan vivía un pobre campesino de nombre Bimbo (en japonés significa “pobre”). Cultivaba una parcela de tierra tan diminuta que apenas daba para una ración de arroz a compartir entre él y su mujer.

Tras una prolongada sequía y mientras Bimbo comprobaba afligido los secos brotes de arroz la lluvia empezó a caer de forma copiosa acompañada del estruendo de los truenos. “¿Cómo se puede tener tan mala suerte?” pensó el campesino en ese momento. “No me sirve de nada que empiece a llover ahora, los brotes de arroz secos no se van a recuperar así que la hambruna es lo único que nos queda a mi y a mi amada mujer”.

A punto de resguardarse de la tormenta un rayo deslumbró a Bimbo. El campesino rezó a Buda pidiendo protección y cuando recuperó la vista descubrió sorprendido a un bebé tendido en la hierba riendo  canturreando.

Raitaro, hijo del Dios trueno

La llegada de la prosperidad

Sin pensárselo dos veces, Bimbo cogió en brazos al pequeño y se lo llevó a casa donde su mujer lo recibió encantada. Así, el niño de nombre Raitaro, hijo del Dios trueno, vivió feliz con sus padres de adopción.

A Raitaro apenas se le veía junto a otros niños pues prefería vagar por el campo, observar el agua del arroyo o las blancas nubes corriendo ligeras sobre su cabeza. Con la llegada del hijo del Dios trueno la prosperidad hizo acto de presencia en las vidas de Bimbo y su familia. Sorprendentemente, el muchacho era capaz de controlar el ir y venir de las nueves haciendo que sólo lloviera en la parcela de su padre.

Al cumplir los dieciocho años Raitaro se despidió de Bimbo y su esposa agradeciéndolos todo su cariño y cuidados. Se transformó en un pequeño dragón blanco y, seguidamente, alzó el vuelo. Pese a su incredulidad la anciana pareja corrió hacia la puerta de la casa donde vieron como el dragón ascendía al cielo haciéndose cada vez más grande hasta que, finalmente, se ocultó tras una nube.

Al morir Bimbo y su esposa dicen que del cielo bajó un dragón blanco para grabar sus lápidas en memoria de Raitaro, hijo del Dios trueno.