
El salaryman japonés: zombies de la economía
ActualidadSociedad -
Cada día la misma estampa. A primera hora de la mañana las estaciones de tren de las principales aéreas ciudades del país asiático quedan inundadas por decenas de miles de hombres y mujeres que se dirigen a sus puestos de trabajo como si de un ejército se tratase. Son la base y el principal sustento de la economía japonesa. Dignos de estudio.

Da la sensación de que son todo clones. Robots con el mismo traje que andan con paso firme sin tropezarse con nadie con un solo objetivo: “embutirse” dentro del vagón de tren correspondiente para no llegar tarde a la oficina. Es el llamado salaryman japonés (サラリーマン).
Aunque el término de salaryman hace referencia al género de los hombres, las mujeres niponas también siguen los preceptos de el llamado zombie de la economía japonesa recibiendo el nombre de O.L o Office Ladies.
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Calles abarrotadas por el salaryman japonés
Una vez llegados al destino, las puertas del metro y del tren se abren para dar rienda suelta a lo que parece una manada de “robots” japoneses. Es paradójico hacer este símil con una de las sociedades tecnológicamente más avanzadas en el sector de la robótica pero lo cierto es que el salaryman en Japón guarda muchos parecidos con la esencia de este tipo de “humanoides”.
Las calles de las principales ciudades del país asiático despiertan dando la bienvenida a personajes anónimos cortados por el mismo patrón. Si les miras directamente a los ojos parece que han perdido toda carencia de individualidad y se han convertido en uno más del rebaño con sus caras somnolientas apegadas a sus teléfonos móviles. Apenas alzan la vista del suelo mientras se dirigen con paso firme a sus hipotecados puestos de trabajo.
Una ética laboral estoica
El apego que los japoneses tienen a sus puestos de trabajo es, como mínimo, envidiable por no decir enfermizo. Los precios de las viviendas en ciudades como Tokio, Osaka, Nagoya, Fukuoka, principales centros económicos del país son prohibitivos así que les “obligan” a residir a una media de dos horas de sus empresas. Cada día, religiosamente, hacen este trayecto para ir al trabajo en el que pasan alrededor de diez horas.
Lo más común en las empresas japonesas es que sus empleados realicen horas extra para mostrar su compromiso y respeto hacia quienes han confiado en ellos. Al cierre de la jornada laboral, tanto el salaryman japonés como la office lady se une a sus compañeros de trabajo para tomar una copa en algún izakaya (居酒屋 いざかや) o karaoke (カラオケ) y pasar un rato de “relax” antes de volver a coger el tren para ir a dormir a su casa. Una válvula de escape del estrés diario acumulado.

Al terminar la dura jornada laboral el salaryman japonés se relaja con sus compañeros
Cuando el salaryman japonés llega a casa
Al llegar a su morada, el salaryman encuentra a sus hijos ya dormidos. La sociedad nipona sigue siendo “conservadora” a más no poder en algunos sentidos como el de la conciliación familiar. Lo más común, aún a día de hoy, es que el hombre sea quien lleve los ingresos a casa mientras que la mujer, una vez casada y con hijos, abandona su carrera profesional para dedicarse a los menesteres y cuidados de los retoños. Se convierte en ama de casa. Desde hace años, parece que las cosas están cambiando en cuanto a la paridad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral nipón pero se augura un largo camino.
Durante la semana el salaryman japonés apenas ve a sus hijos y esposa reservándose el domingo para estar con ellos. Actividades de todo tipo como practicar deportes, ir al parque o al centro comercial así como a comer en el restaurante es algo de lo más común en un día de asueto familiar.
Dependiendo de la empresa en la que trabaje el salaryman en Japón tiene por derecho dos semanas de vacaciones pagadas al año. Mucho menos que cualquier otro trabajador de un país occidental. Y no sólo eso, si no que su sentido de pertenencia y lealtad a la empresa hará que las reduzca a unos cuatro o cinco días.
Históricamente la mujer, al casarse, dejaba el trabajo para dedicare a las labores del hogar y a cuidar a los hijos
Un trabajo a perpetuidad para el salaryman en Japón
Hasta hace alrededor de una década este tipo de trabajador parecía tener asegurado su empleo de por vida. Se trata de un sistema laboral heredado después de la Segunda Guerra Mundial. Se graduaba en la universidad y entraba a trabajar en cualquier empresa desde abajo, desde los puestos más sencillos y con menos responsabilidad.
A lo largo de los años y sin apenas tener que demostrar su valía como empleado iba ascendiendo tanto de salario como dentro del organigrama de la empresa con trabajos de responsabilidad intermedia. Esto ocurría al llegar a los cuarenta años más o menos. Es decir, el sistema de trabajo en Japón no estaba construido en base a la meritocracia de su mano de obra si no a través de una estructura claramente gerontocrática. La edad y los años invertidos en la empresa eran lo más importante para ascender profesionalmente.
A los 60 años el salaryman en Japón conseguía llegar a la cima de su carrera profesional como delegado, director o gerente de la empresa en la que trabajó toda su vida. Poco después llegaría la jubilación y un tiempo para dedicarse a la familia y a sus aficiones con una renta y pensión de lo más generosa.

Las calles japonesas de noche quedan inundadas de salaryman dispuestos a tomar una última copa
El salaryman japonés por la noche
Si has tenido la oportunidad de visitar Japón y regresar a tu zona de hospedaje usando el último tren de la jornada o shûden (終電 しゅうでん) seguro que has sido testigo de las más inverosímiles instantáneas protagonizadas por el salaryman japonés. Tumbados en posiciones de los más extrañas y ridículas ya sea en un banco, en medio de la calle, en los andenes o dentro de un vagón. Es tanto el nivel de cansancio que llegan a acumular estos trabajadores que el número de casos de karōshi (
Un empleo a perpetuidad, sin vacaciones y que, en ocasiones, termina con la muerte del individuo por exceso de trabajo
El problema de las pensiones y el envejecimiento de la sociedad nipona
No es nada nuevo. Japón es el país con los habitantes más longevos del mundo. Esto se ha convertido en un problema grave sumado a que la tasa de natalidad es una de las más bajas de todos los países industrializados. Poder asumir el pago de las pensiones de todos los jubilados japoneses se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades niponas en las últimas décadas. Al no existir un base trabajadora lo suficientemente grande para invertir la situación complica las cosas sobremanera.
Los cambios en el sistema laboral japonés se suceden muy lentamente y si bien la intención es abandonar el sistema de antigüedad por el de las capacidades y logros personales la cosa va para largo. Si bien es cierto que en estos momentos cambiar de trabajo no convierte en un paria a quien toma la decisión.
Luchando por una semana laboral de cinco días
La clase japonesa trabajadora, el salaryman japonés, lucha por una semana laboral de 40 horas. Las grandes corporaciones niponas adoptaron a finales de la década de los ochenta la semana laboral de cinco días pero la gran mayoría de comercios aún trabajan de lunes a sábado.
Los negocios pequeños y familiares suelen establecer jornadas laborales de 48 horas semanales nutriéndose de los estudiantes que realizan los llamados arubaito (アルバイト) o trabajos a media jornada. Las empresas pequeñas subcontratan la fabricación de materiales a la más grandes y si no pueden ajustarse a los precios y plazos cortos de entrega no les quedará otra que cerrar. Siempre habrá otro intermediario dispuesto a asumir dichos “peajes”.
Como hablamos, parece que las cosas poco a poco van cambiando para flexibilizar el sistema laboral japonés. Cambiar de trabajo sigue siendo poco común y en algunos casos mas visto por los empresarios del país asiático. Aún así, los jóvenes nipones de hoy en día parecen estar dispuestos a cambiar el paradigma del salaryman japonés. ¿Lo conseguirán?
El reportaje está muy bien. Lástima que no se incluyan datos más cotidianos y precisos como el horario de trabajo,
las pausas para descansar o alimentarse, etc. Pero me parece un reportaje muy bueno.