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El sankin kôtai durante el periodo Edo

Si habéis ido siguiendo el nuevo blog de forma regular, habréis notado que este espacio digital difiere de otros por el enfoque de sus contenidos. Artículos a los que pretendo aportar un marcado estilo periodístico combinado con la experiencia y anécdotas de mis días en Japón. Desde mis años de estudio en la facultad la historia del país asiático me ha cautivado.

He escrito mucho sobre los sucesos importantes que marcaron el devenir de la sociedad nipona, en especial de aquellos acaecidos antes de la Segunda Guerra Mundial. En el post de hoy quiero centrarme en uno de estos acontecimientos: el sankin kôtai (参勤交代 さんきんこうたい) o la política de control de los señores feudales por parte del shôgun (将軍 しょうぐん), gobernarte de facto del país. Un término utilizado para referirse al comandante de los ejércitos de Japón quien mandaba en nombre del legítimo  gobernante, el emperador.

¿En qué consistía el sankin kôtai?

El sankin kôtai fue una de las principales características del periodo o era Tokugawa (1603-1868 d.C), también conocido como periodo Edo o Edo jidai (江戸時代 えどじだい) en japonés. Una institución creada por el gobierno militar del clan de los Tokugawa que tenía como objetivo la sumisión de los señores feudales al poder del shôgun.

Como muchos sabréis, durante más de 250 años Japón se aisló del mundo. A excepción de algunos extranjeros como los holandeses en Dejima, isla artificial creada en la bahía de Nagasaki, los distintos shôgun terminaron por expulsarles y, al mismo tiempo, impidiendo la entrada a foráneos. Las creencias, costumbres y, sobretodo, la religión cristiana que profesaban los recién llegados era vista con malos ojos por parte del comandante en jefe.

No así en el caso de algunos daimyô (大名 だいみょう) o señores feudales quienes abrazaron enseguida esta nueva religión, en parte como muestra de rechazo hacia las políticas del shôgun. Así, el sankin kôtai fue creado como un acto de pleitesía de los distintos daimyô hacia el comandante de los ejércitos japoneses.

El sankin kôtai como ahogo y dinamizador económico

El shôgun, asentado con su séquito en Edo, actual Tokio, ordenaba que los diferentes señores feudales abandonasen sus dominios y pasaran uno de cada dos años en la capital del país. De este modo conseguía mantener a ralla a los muchos terratenientes que ostentaban el poder territorial en sus distintos feudos.

En definitiva, el sankin kôtai se convirtió en una estrategia de control. Una estrategia que, además de la sumisión, tenía como objetivo debilitar las arcas de los señores feudales quiénes debían realizar grandes gastos para viajar de sus orígenes hacia Edo. Dispendios tanto económicos como humanos que los daimyô dejaban de dedicar al entrenamiento y fortalecimiento de un ejército que, en algún momento, pudiera poner en peligro la legitimidad y supremacía del gobierno militar.

Para más inri, el shôgun obligaba a los terratenientes a dejar en sus residencias permanentes de la capital a sus mujeres y heredero a modo de rehenes en su vuelta los dominios.

El sankin kôtai era, al mismo tiempo, un gran dinamizador económico. Los daimyô debían hacer malabares con sus ingresos para conseguir ahorrar y recortar gastos para el viaje. Y es que no hablamos de desplazar únicamente a una familia nuclear, si no que los señores feudales más importantes del archipiélago  peregrinaban a Edo junto a más de 2.000 personas. Como incentivo, todas ellas recibían un montante económico a cambio de ayudar en la mejora de las infraestructuras entre los territorios y la capital.

El sankin kôtai tenía como objetivos mantener a ralla a los daimyô tanto a nivel político como económico en favor del shôgun

Edo se convierte en la capital del mundo

Eran constantes las caravanas humanas que llegaban a la que por aquél entonces se convirtió en la ciudad más grande y poblada del mundo, Edo. Durante la era Tokugawa la capital nipona, aún aislada del exterior, se convirtió en un enclave económico y cultural de primer orden mundial. El crecimiento de la población vino acompañado de un aumento exponencial del consumo de cultura por parte de los habitantes de los territorios exteriores. La gente empezó a tener ansias de consumo de todo aquello que implicara el contacto con los habitantes de Edo.

También conocida como experiencia de Edo, el sankin kôtai, comenzaba justo al abandonar los dominios del señor feudal y terminaba con el regreso a casa después de una larga estancia en la metrópoli. Muchos lo entendían como una aventura, el descubrimiento de uno mismo así como una forma de llegar a comprender cuál era el papel de cada localidad en el contexto de los dominios y en relación al shogunato y la capital.

Tokyo capital del periodo Edo

Tokio se convierte en la mayor capital cultural del mundo durante los días del sankin kôtai

Las caravanas del sankin kôtai

El séquito que acompañaba a los daimyô durante el peregrinaje del sankin kôtai se dividía en tres partes: por un lado la osendachi, formado por el grupo de personas más avanzado. En segundo lugar, la otomodachi, también llamado grupo principal en el que acostumbraba a viajar el daimyô con sus hombres de confianza. Finalmente, la otodachi donde fornidos varones se encargaban de cerrar la marcha.

Era común durante el viaje que las caravanas de los señores feudales se encontraran por el camino con un elevado número de personas que también viajaban a la capital. Las diferencias dialectales durante el periodo Edo hacían difícil la comunicación entre transeúntes. Para solventar la falta de entendimiento se popularizaron manuales con los distintos dialectos que se hablaban en el Japón de la época. En ellos se comparaban las lenguas de los dominios con las de Edo para facilitar el entendimiento entre los habitantes del archipiélago.

La llegada incesante de personas a la ciudad de Edo permitió que los conocimientos y cultura de los distintos territorios se mezclara. El comercio de la capital japonesa, controlado a veces por antiguos clanes de la yakuza, supo beneficiarse del sankin kôtai con un incremento sustancial de la venta de todo tipo de objetos a los recién llegados: desde telas, grabados o muebles pasando por cerámicas y lacas de todo tipo, armas y un largo etc.

La expansión de la cultura samurai también se benefició de los efectos del sankin kôtai, al mismo tiempo que expresiones artísticas como el kabuki (歌舞伎 かぶき) y el noh ( のう) alcanzaron grandes cuotas de popularidad. Constantemente se celebraban obras de teatro en los aposentos de los daimyô para complacer a altos cargos del gobierno del shôgun.

En próximos artículos hablaré sobre más acontecimientos que tuvieron lugar durante el periodo Edo. Si queréis conocer más en profundidad alguno en concreto hacédmelo saber a través de los comentarios o las redes sociales de Periodista en Japón.