
Entendiendo al Hikikomori
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Japón es un país que enamora. Esa extraña dicotomía entre vanguardia y tradición embruja a decenas y centenares de miles de personas que cada año deciden visitar el país asiático. Desde la perspectiva de la distancia podría parecer que todo va sobre ruedas en la tercera potencia mundial pero no es así. Existen gran cantidad de problemas sociales heredados que tienen a las autoridades niponas en vilo. Los suicidios a causa del estrés, envejecimiento de la población, baja natalidad, muertes por exceso de trabajo o karoshi y un sinfín de “males endémicos” difíciles de paliar.

Entre ellos se encuentra la llamada síndrome del Hikikomori (引き篭り ひきこもり) o diagnóstico para aquellos japoneses que, voluntariamente, se recluyen en su casa sin tener ningún tipo de actividad laboral, académica o social durante un periodo de al menos seis meses. Hablamos de ellos en las siguientes líneas.
Índice de contenidos
¿En qué consiste la síndrome del Hikikomori?
Fue en el año 2000 cuando el psiquiatra Tamaki Saito acuñó por primera vez la palabra Hikikomori. No me enrollaré en cuestiones semánticas o etimológicas solo sabed que el significado de sus kanji (漢字かんじ ) hace referencia al concepto de “recluirse”, “apartarse”. Son factores tanto personales como sociales los que derivan en este aislamiento voluntario. La síndrome del Hikikomori afecta, sobre todo, a los adolescentes japoneses muy susceptibles e influenciables. En ocasiones, la presión que deben soportar tanto en casa como en el instituto donde se les educa hacia un futuro meritocrático termina por estallar en la reclusión voluntaria.
Los jóvenes nipones tienen fama de ser introvertidos y de pasar sus ratos libres enfrente de todo tipo de gadgets electrónicos en vez de con sus amigos. Además, suelen percibir el entorno que les rodea como un enemigo que pretende desestabilizar su zona de confort. Las malas relaciones familiares y en ocasiones el bullying escolar son otros factores que influyen, más en los barones, a la hora de encerrarse.
Vivir en una habitación
De un día para otro deciden encerrarse en su habitación de la que solo saldrán para ir al baño. Se refugian en un mundo imaginario y virtual alimentado por manga, anime, videojuegos e internet. Red de redes que no usarán para comunicarse con otros. Lo más común es que familiares y expertos prueben sin éxito métodos para disuadir al Hikikomori que solo abandonará su “retiro” de motu proprio.
Aquellos que padecen esta patología pueden estar años evitando tener cualquier tipo de contacto con sus familiares más allegados, padre, madre y hermanos. Salen de la habitación para recoger la bandeja de comida o para ir al baño cuando saben que no habrá nadie con quien interactuar.
El aislamiento como forma de vida
El aislamiento del Hikikomori suele ser gradual. Empiezan por encerrarse unas horas aumentando poco a poco el rato que pasan en la habitación. Como abducidos por la tecnología de su “cueva de las mil maravillas”, abandonan progresivamente el contacto con sus amigos y familiares y empiezan a descuidar los estudios entrando en una vorágine de aislamiento social difícil de contrarrestar.
Dejan de salir de casa y alteran su rutina para pasar lo más desapercibidos posible. Como si de vampiros se tratase, duerme durante el día, se alimentan por la tarde y durante la noche juegan a videojuegos, leen manga, navegan por internet o ven la televisión. Abandonan el ejercicio físico siendo su única actividad mental la que requiere estar delante de una pantalla.
Los comportamientos violentos hacia seres queridos son otro de los síntomas de aquellos diagnosticados con la síndrome del Hikikomori. La mayoría sufre de ansiedad, obsesión, tristeza o depresión llegando en algunos casos a poner fin a sus vidas.
Esta patología se asocia a la exigente y competitiva sociedad japonesa donde los “reclusos” se cuentan por millones. En los últimos años parece que la problemática se ha extendido a otros países con sus matices y características propias. España es un ejemplo, donde los casos diagnosticados superan el centenar.

Posibles causas de una “enfermedad” incomprendida
Es difícil de comprender el por qué de un día para otro tu hijo, hermano o amigo del alma decide encerrarse en su habitación poniendo fin a cualquier tipo de contacto. ¿Cuáles son los causantes de este trastorno socio-afectivo? Los desencadenantes son aún hoy en día meras hipótesis estando en el centro del debate la tecnología y la presión social y familiar que deben aguantar los jóvenes japoneses.
Tecnología: los jóvenes de hoy en día viven rodeados de tecnología interactuando en un mundo virtual. La linea entre realidad y fantasía queda del todo difuminada.
Problemas familiares: la presión y altas expectativas por parte de los progenitores para que su retoño triunfe en la vida son a veces insoportables. La comunicación con la familia va en deterioro.
Factores socioeconómicos: la presión de la sociedad con sus maniqueos clichés también influye en el desapego por parte del adolescente: “abandona tu infancia y adolescencia en favor del estudio para acceder a una buena universidad que te ermita una próspera carrera profesional y vida familiar”. Este es uno de los mantra más repetidos por el entorno de aquellos quien, al final, sucumben a la presión y son engullidos por el espiral de aislamiento.
Distintos tipos de patología
Aunque el aislamiento es el elemento común, no todos los casos de Hikikomori son iguales ni se desarrolla de igual forma la patología. Por ejemplo, existe el llamado pre-hikikomori o junhikikomori, quien asiste al instituto o a la universidad evitando contacto social alguno. Está el caso del Hikikomori social o persona que renuncia a estudios y/o trabajo manteniendo comunicación con otras personas por internet.
El Tachisukumi-gata es otra tipología de Hikikomori que presenta fobia aguda a la interacción social hasta el punto de paralizarse con el contacto humano. Finalmente, encontramos a los llamados “zombies del ordenador” o Netogehaijin. Recluidos en sus habitaciones se pasan el día usando el ordenador y otros dispositivos tecnológicos. Este último es, quizás, el ejemplo que la mayoría tiene en mente cuando hablamos de la síndrome del Hikikomori.

¿Cuándo sospechar si tu hijo está derivando hacia la síndrome del Hikikomori?
Si bien no se trata de una enfermedad, si que existen algunos síntomas que pueden indicarnos que un joven está derivando hacia un estado de aislamiento total.
Algunos de estos pueden ser: perdida total de amistades, desengaño amoroso, acoso escolar, negativa reiterada a acudir al instituto, nulas habilidades comunicativas, propensión a la depresión, baja autoestima, insomnio y/o alteración de los ritmos y rutinas diarias, demasiada presión social y familiar para cumplir muy altas expectativas, poca tolerancia a la frustración…
¿Cómo afecta la síndrome del Hikikomori a las personas?
Es evidente que la reclusión y aislamiento social durante meses, incluso años, tiene efectos negativos sobre la salud física y mental. La manca de ejercicio físico y una dieta desequilibrada puede provocar fragilidad en articulaciones y huesos, llagas por estar demasiado tiempo sentados o tumbados incluso casos de severas anemias.
Si hablamos del aspecto mental, el aislamiento puede derivar en una pérdida total de las habilidades sociales a la hora de relacionarse con sus progenitores o amigos. Además, aquellos que sufren la síndrome del Hikikomori suelen padecer fuertes inseguridades y expresar sentimientos de culpabilidad reforzando aún más si cabe la idea de permanecer encerrados.

¿Existe tratamiento para el Hikikomori?
Si os habéis fijado, durante todo el artículo en ningún caso he hecho referencia al Hikikomori como un enfermo. En la actualidad, aún no existe tratamiento alguno que permita solucionar de raíz esta patología. Se trata de un trastorno relativamente nuevo surgido en paralelo al desarrollo de la tecnología doméstica y que los expertos siguen investigando.
Hay divergencias entre los enfoques occidental y oriental. Mientras que en Japón, donde se originó la síndrome del Hikikomori, defienden que debe ser el propio afectado quien tome la decisión de salir de su aislamiento, en occidente los expertos apuestan por una fórmula que obligue al Hikikomori a terminar su reclusión.
En este sentido encontramos dos métodos distintos. El llamado método médico-psiquiátrico se basa en restablecer la relación familiar con el paciente mediante el ingreso hospitalario y la toma de fármacos. Se entiende dicha patología como un desorden mental. Por otro lado, el llamado método psicosocial entiende que el Hikikomori necesita de apoyo psicológico para tomar la decisión de abandonar su encierro. Fomentar el contacto humano, la convivencia con otros chicos y chicas que padecen su misma patología y re-aprender las habilidades sociales y comunicativas es parte del proceso de resolución del problema.