
Qué ver en Kioto: el templo dorado o Kinkakuji
Cultura -
La antigua capital del país, Kioto, es conocida por su cantidad de templos y santuarios. De entre todos ellos, uno de los más famosos es el templo dorado o Kinkakuji (金閣寺 きんかくじ), conocido también como Pabellón Dorado o Pabellón de oro. Si estáis por Kioto es, sin duda, una visita obligada.

Índice de contenidos
Características e historia del templo dorado
El templo dorado es conocido por tener las paredes exteriores de sus dos plantas superiores recubiertas de pan de oro. Perteneciente a la secta budista zen fue declarado Monumento histórico de la antigua Kioto y nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Conozcamos un poco más su historia. Fue construido en el año 1397 durante el período Muromachi (1336-1573) y bajo el nombre de Rokuon-ji (鹿苑寺 ろくおんじ). Construido como villa de descanso del shôgun (将軍 しょうぐん) Ashikaga Yoshimitsu pasó a formar parte de la secta budista Rinzai tras su muerte, en 1408. Desde entonces el templo dorado tiene como principal función guardar las reliquias de Buda. En el techo del pabellón se ubica un fenghuang o fénix chino dorado que le otorga un símbolo de inmortalidad y es que a lo largo de su historia ha sufrido varios incendios.
El nieto de Yoshimitsu se inspiró en el Kinkakuji para construir el también famoso templo budista Ginkakuji (銀閣寺 ぎんかくじ) o Pabellón de plata situado en el otro extremo de Kioto
Un incendio y una novela
En 1950 el templo Kinkakuji fue incendiado por un monje budista cuyas facultades mentales estaban alteradas. Un suceso que el candidato a Premio Nobel de Literatura, Yukio Mishima plasmó en 1956 una de sus más célebres novelas, El pabellón de oro.
La estructura actual del Pabellón Dorado fue reconstruida en 1955. En décadas posteriores se detectó un deterioro de la cubierta de laca japonesa aplicándose una nueva capa y un nuevo recubrimiento de pan de oro. Trabajos que concluyeron en 1987. Finalmente, en 2003 se restauró el techo.
Visitamos el templo Kinkakuji: el estanque y la primera planta
El estanque de nombre Espejo de agua es lo primero que uno se encuentra al entrar en el recinto del templo. Repleto de isletas, piedras y pinos de estilo japonés el estanque pretende representan distintos capítulos del budismo japonés. De entre el espectáculo natural destaca una única construcción: el templo de oro. Si os fijáis bien, sus tonos dorados llegan a reflejarse perfectamente sobre las cristalinas aguas del estanque.
A medida que nos acercamos al templo una sensación de magnificencia nos invade. La primera planta de estilo shinden (estilo de arquitectura doméstica desarrollada para mansiones y palacios construidos durante el período Heian, 794-1185) destaca por sus pilares de madera y paredes blancas a diferencia del dorado de plantas superiores. Aunque no podemos entrar dentro del templo, las ventanas están abiertas para que los curiosos puedan echar un ojo a las estatuas del Shaka Buddha y de Yoshimitsu.
La segunda planta del templo dorado
La segunda planta fue construida al estilo bukke, típico de las residencias samuráis. A diferencia de la primera planta, las paredes exteriores están recubiertas de pan de oro y en su interior destaca la estatua de Kannon (japonización del bodhisattva Avalokiteśvara de nombre Guanyin en China y venerado por el budismo) rodeada por las de los Cuatro Reyes Celestiales.
La tercera planta del Pabellón Dorado
La última de las plantas del templo Kinkakuji. De estilo zen chino en su interior se encuentran una tríada de Budas junto a 25 figuritas que representan a distintos Bodhisattvas. En la cima, como comentamos antes, resplandece la estatua del fénix chino dorado.
Los alrededores del templo Kinkakuji
Una vez visitado el templo toca pasear por sus aledaños. Desde el estanque nos dirigimos a la residencia del monje que cuida del recinto y por la parte trasera accedemos a los jardines. Intentad olvidaros de la gente que pasea a vuestro lado y dejaros llevar por la paz y la tranquilidad que se respira en el lugar. Los jardines mantienen hoy en día su diseño original del siglo XIV.
La visita termina en la casa de té de nombre Sekkatei. Tomároslo con calma y disfrutad del entorno. Al salir del recinto por la parte exterior del templo encontraréis distintas tiendas donde comprar distintos souvenirs y un pequeño jardín de té en el que poder degustar una taza de matcha (té verde) con un dulce por unos 3 euros al cambio.